EL TERROR DE
VOLVER A VIVIR
EL HAMBRE

Fotos y texto por Fabiola Ferrero

Uno de cada tres venezolanos no tiene suficiente para comer, dice la ONU. Y para más de un millón de personas, Colombia fue la mejor opción para escapar de esa realidad. Ahora, la cuarentena los obliga a dejar de trabajar. Y con ello vuelve un miedo que creían atrás.

Carlos Monasterio entró un día a su casa en Valencia y vio a su esposa, Maite, desmayada en el suelo. No había comido en días. “Me aterra volver a vivirlo ”, dice. Ambos llegaron a Bogotá hace un año tratando de escapar del hambre. Hoy, con la cuarentena, reviven el miedo que creían en el pasado, esta vez con un embarazo de seis meses. 

La gran mayoría de los venezolanos en Colombia trabaja en actividades informales y depende de ingresos diarios, lo que los hace muy vulnerables en este momento de crisis global. La mayoría de ellos llegaron los últimos años escapando de la inflación, el hambre y la delincuencia. Esos recuerdos aún están frescos dentro de ellos.

Para documentar la falta de acceso a los alimentos, entregué cuadernos a un grupo de migrantes donde voluntariamente llevaban registro de sus comidas diarias. Después de unos días, volví a fotografiarlos. En el diario de Alejandro Carrero, por ejemplo, se lee la palabra “nada” en desayunos y almuerzos de tres días seguidos. Al lado de la cena escribió “arroz con papas”. 

A través de una serie de retratos, imágenes de su comida y espacios y notas del diario que escriben los migrantes, este proyecto de colaboración tiene como objetivo mostrar cómo el hambre afecta a aquellos que huyeron de la mayor crisis económica en América Latina que desean una segunda oportunidad, solo para enfrentar una situación similar nuevamente.

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